EL OTRO JARDÍN
Aquí todo florece sin filtros. Las flores —tiernas o salvajes— no piden permiso para mostrarse.
Las lagartijas se arrastran con gracia, los camaleones cambian de humor con estilo.
Las libélulas y mariposas pintan el aire. Las serpientes se enroscan con elegancia, las hormigas organizan el caos, y un pavo real despliega su vanidad en medio de la maleza.
En una rama alta, inmóvil pero vibrante, una ave fucsia observa. Silenciosa, intensa, imposible de ignorar. Ella no canta, afirma.
Los conejos saltan curiosos entre las sombras, y un perro salchicha —orejudo, testarudo y con autoridad tropical— recorre los senderos como si los hubiera bordado él mismo.
Cada prenda lleva texturas vivas: bordados con alas, antenas, pétalos y escamas. Hilos que respiran. Relieves que cuentan historias. Nada es plano, porque aquí todo tiene alma.